Mis queridos devotos y
amigos.
En muchos momentos de la vida meditamos profunda
y prolongadamente acerca de su propósito. Nos esforzamos de acuerdo a lo que
los demás esperan de nosotros: nuestros padres tienen un concepto acerca de
nosotros, la familia y los hijos tienen otro concepto y expectativas, el gobierno
y la sociedad tiene otro.
El mundo del consumo y de
la competencia por logros materiales nos quiere convencer que el propósito de
nuestra vida es el de volverse un ganador materialista. Así, siempre nos
sentimos desanimados y frustrados cuando existe algún impedimento para esta
ganancia o, peor aun, nos ponemos envidiosos cuando alguien ha tenido facilidad
para conseguir las cosas... o inclusive las ha conseguido ya, solo por el hecho
de haber nacido en una familia adinerada, mientras que tú, con un salario
limitado no sabes como satisfacer todos los deseos que tienes. Peor aun es la posición
de la persona con dinero, que a pesar de tener todo materialmente, sigue sintiéndose
insatisfecho, sin encontrar algo en la vida que valga la pena. Esto llega a tal
extremo que podemos darnos cuenta que mucha de la gente que se suicida son
personas que materialmente hablando tenían todo lo que necesitaban y más,
mientras que las personas más sencillas o pobres no tienen esas tendencias,
pues tienen que preocuparse de trabajar para alimentarse.
Tenemos que entender
que los bienes materiales no son más que
reexaminaciones de la vida. No son la esencia, sino más bien vienen a
probarnos. El propósito de la vida es el de realizar obras positivas y hermosas
que enriquezcan la existencia. Obras basadas en el amor y el afecto por todas
las entidades vivientes y dirigidas a Dios como el centro último de todo. Obras
hermosas y positivas, respaldadas por nuestras palabras y pensamientos.
El propósito de la vida es
el de convertirse en un agente de solución de las problemáticas que enfrentamos
hoy en día. Siempre tolerando a todos aquellos que no sob capaces de cambiar. Solo
mediante la misericordia de Dios es que podemos adquirir el discernimiento
adecuado para distinguir lo bueno y lo malo, además del entusiasmo y la valentía
para seguir adelante a pesar de las pruebas que vengan para testearnos.
La determinación es muy
importante. La decisión de volverse un agente de cambio que trata que todas las
personas a su alrededor serán beneficiadas por su propios esfuerzos y
realizaciones. Todos nosotros hemos recibido la maravillosa oportunidad de
tener un cuerpo humano donde podemos ser creativos y positivos. Así como seres
maravillosos debemos hacer cosas maravillosas. Debemos tratar de actuar siempre
positivamente dentro de nuestras posibilidades. Actuar tratando de hacer feliz
a la gente que está a nuestro alrededor. Pero, por favor, esta felicidad debe
ser relacionada con el verdadero propósito de la vida, con el crecimiento y la realización espiritual. No se trata de
felicidad material. Pues la vida es un regalo y la vida humana es un regalo aun
más especial. Esta vida nos fue regalada por el Bien Supremo. Muchas personas
pueden quitar la vida. Pero solo el Benefactor Supremo puede regalarla.
El Señor siempre está
presente y cerca de nosotros, siempre está observando y manifestándose de
diferentes formas, solo que no somos capaces de verlo. Una de estas formas es a
través de la Madre Universal, la Madre Naturaleza, la Madre Tierra y la Madre Cósmica,
esta madre hermosa que quiere ver a su hijo exitoso, realizando cosas
maravillosas y positivas. La Madre Naturaleza
se siente satisfecha cuando ve a sus hijos e hijas desarrollándose
positivamente en relación a su entorno, mientras que el Padre Original espera
que esos mismos hijos e hijas retornen a su hogar eterno. Eso ha sido
establecido por todos los grandes sabios de las diferentes tradiciones.
Nuestra estadía en este
mundo temporal puede caducar en cualquier momento y cuando termine, nos toca
tomar esa bolsa de viaje que hemos venido acumulando a lo largo de toda la vida
(las reacciones a nuestras acciones) y con ella definir cual es el próximo
destino. El tema es que si nuestra bolsa de viaje está llena de cosas indeseables,
de reacciones a acciones negativas, nos llevará sin duda a estados lamentables.
No es una amenaza o un intento de temor sino una visión realista de la vida. Y necesitamos esa visión realista para
convertirnos en personas capaces de poner en práctica la sabiduría. Así como un
estudiante que no le dedica tiempo al aprendizaje y estudio de lo que está
aprendiendo, es imposible que pase al siguiente nivel... si nosotros no ponemos
el esfuerzo suficiente en llevar una vida positiva de acuerdo con la sabiduría
milenaria, no podremos avanzar en el camino espiritual.
Cuando en las Escrituras
Sagradas se habla de los niveles inferiores a los cuales nos pueden llevar
nuestras acciones negativas, es un profundo llamado de atención para tomar
cartas en el asunto y volvernos practicantes serios. Dios nunca nos va a pedir
algo que no seamos capaces de realizar, pues Dios es el Bienqueriente máximo. Y
es la voz interna, el maestro interno, el que nos va a guiar hacia lo positivo
y maravilloso, alejándonos de todo lo negativo que solo nos lleva a niveles
inferiores de vida. Pero debemos dar importancia a esa voz interna por sobre la
voz de la mente, la voz de los deseos materiales, la voz del ego falso, pues
ellas siempre están en conflicto con la voz del maestro interno.
La voz interna nos
entusiasma a hacer las cosas de manera preciosa y bien hecha, mientras que la
mente siempre nos quiere llevar a disfrutar a toda costa, incluso a costa de la
explotación de los demás, diciéndonos que no importan las consecuencias de
nuestros actos. Pero no es así... ya lo dije antes: Cada acción trae siempre
una reacción. Eso es Ley Universal. Así, recibimos lo que sembramos: como
siembras cosecharas. Tus acciones son la siembra de tus próximos estados. Entonces,
¿Qué hacer si he cometido malas acciones o me he desviado del propósito de la
vida? La respuesta es:
-Refugiarse en la
misericordia. Es el departamento trascendental de la misericordia lo que nos
puede salvar si estamos convencidos de querer cambiar. Necesitamos suplicar a
la divina misericordia cósmica y para ello debemos estar profundamente
arrepentidos de nuestras acciones erradas. Solo el arrepentido tiene opción de entrar al
departamento de la misericordia. El arrepentido tiene incluso la oportunidad de
indemnizar a todos aquellos que ha hecho sufrir debido a sus acciones erradas.
A aquellos que no podemos indemnizar pues ya han partido de este mundo, como
por ejemplo los miles de animales que han sido muertos solo para nuestro
consumo personal y egoísta; con ellos nos podemos reivindicar volviéndonos
activistas de la protección de los animales y la naturaleza. Un defensor del hábitat
de los animales, de los ríos sagrados y de las montañas. Alguien que deja de
ser un consumidor de todo aquello que provoca explotación de la Sagrada Madre.
Cuanta explotación los
seres humanos inconscientes han cometido contra sus propios pares, contra la
naturaleza y los animales. Los seres humanos ignorantes no se dan cuenta que
todas esas ofensas contra la Sagrada Madre Naturaleza es su auto-condena y la razón
de su infelicidad. Esa ilusión explotadora no nos conecta con el propósito de
la vida. Uno más bien tiene que convertirse en el cambio que quiere ver.
Muchas cosas deben ser
cambiadas y adaptadas para ser un agente positivo. Debemos comenzar a cultivar
el jardín del corazón. Ser parte de la solución y no del problema. La vida
espiritual no es tan barata, no es un conformismo simple que solo busca la
"relajación" para luego entrar en "otros mundos" que nos
alejen de la realidad, mientras afuera todo es un total caos y no somos capaces
de tomar ninguna carta en el asunto, mas bien seguimos siendo parte del
problema explotando a otros y al medio sin razón. La vida espiritual no se
trata de escapar, sino de servir, de dedicarse. Dedicación para el bienestar
esencial de todos los seres.
Jay Srila Prabhupada.
Su siempre
bienqueriente
Swami B. A.
Paramadvaiti.